A menudo entramos en un bucle mental sobre algún tema que nos preocupa -generalmente referido a nuestras relaciones personales, laborales o, en ocasiones, la relación que mantenemos con nosotros/as mismos/as- que nos deja exhaustos y sin haber dado ningún paso útil.
Entramos en un diálogo con nosotros/as mismos/as, y a veces con los demás, que gira y gira en torno a las preocupaciones y el malestar que sentimos. Vamos repitiendo mentalmente argumentos, sumando confusión, sufrimiento, culpa y contradicciones.
El bucle mental se sirve acompañado de un cóctel emocional y un malestar que incluso puede llegar a ser físico. Que la culpa es suya…, que yo tengo razón… que estoy sufriendo y nadie me ayuda, etc.
Un día es un tema con mi pareja, otro día es un asunto del trabajo, otro la relación con mis padres, un día me digo que no tengo suficiente autoestima y que hago todo mal, al otro día me vengo arriba de alegría y felicidad, y al siguiente me paraliza el miedo, me atrapa la rabia o me duele la soledad.
Cuando te cansas de sufrir, te ocupas y las cosas cambian.
Quedar atrapado/a en la preocupación y el malestar no es tan raro, me atrevería a decir que nos pasa a todos/as. Hay situaciones que pueden ser graciosas si las vemos en una película de humor o en un vídeo, pero se hace difícil cuando se trata de uno/a mismo/a, sobre todo cuando el malestar va en aumento.
El tema es cómo respondemos a eso…tal vez piensas que la vida es así, que los demás son desconsiderados/as o que tú eres diferente, por tu historia o por tu carácter, y no puedes hacer nada con eso. La cuestión es que llega un momento en el que te cansas de sufrir, empiezas a comprender que en el centro de todo esto estás tú y éste momento puede ser una oportunidad para aprender y hacer algo bueno por ti y por los demás.
Ocuparte realmente de esto es útil si no quieres pasarte la vida entera sin dejar de “sufrir”, porque siempre, siempre encontrarás algo por lo que sufrir…¿lo sabes, no?.
Las personas traen a la consulta terapéutica aquello que les preocupa, vienen porque necesitan hablar de ello con un profesional y ocuparse de estos asuntos en su vida. Quieren resolver temas que tienen que ver con sus relaciones, con su situación actual, con su pasado, con su sentir interno o con su manera de gestionarse en la vida. Buscan alivio al dolor o al sufrimiento, buscan soluciones, respuestas, reflexiones que les ayuden a salir de su propio mareo, o de su malestar, o de su pena, desean ser comprendidas en su sentir más profundo, acogidas con aceptación y humanidad para poder ocuparse de lo que les pasa y decidir qué van a hacer.
¿Qué necesitas ahora para ocuparte de ti?
Si no puedes ir a terapia o no te planteas esta opción, puedes probar escribir un diario y volcar en él todo aquello que le dirías a un terapeuta en una sesión. Prueba hacerlo como si hablaras con él o ella, incluso creando un diálogo donde él o ella te responden o te hacen alguna pregunta que te ayude a profundizar en tu sentir, siempre con amabilidad, por ejemplo: ¿Cómo te sientes mientras escribes esto? ¿Qué quieres hacer? ¿Qué necesitas ahora para ocuparte de esto?
Escribir ayuda a poner un orden en donde no lo hay. Una palabra va después de otra y ésta secuencia nos ordena cuando estamos atrapados en una rumiación mental en la que todo es confuso. El lenguaje, ya sea oral o escrito, puede sacarnos de ese bucle mental, si nos interesamos también por el sentir que acompaña a las palabras, si somos capaces de parar y respirar aprendiendo a aportar calma y serenidad. Con una escucha amorosa y comprensiva hacia ti mismo/a cambias la forma de afrontar la situación.
Nos ponemos en marcha, tomo mi cuota de responsabilidad
Una vez puedas definir los puntos importantes para ti sobre el asunto que te preocupa y acoger las emociones que se mueven en tu interior con amabilidad y cariño, es muy probable que encuentres la energía necesaria para afrontar el tema con una conciencia más clara y asumiendo tu parcela de responsabilidad en la situación. Desde el amor y el respeto por ti mismo/a, teniendo en cuenta lo que necesitas y lo que sientes, puedes relacionarte con los otros de la misma manera, aún cuando se trate de poner límites o decir que no.
Sabemos y aceptamos que no todo el rato estaremos bien, ya que hay momentos en que es normal sentir malestar, inseguridad, tristeza o dolor. Reconocer que nos estamos ocupando realmente de nosotros/as mismos/as nos ayuda a conseguir una buena salud mental, afectiva y relacional.
Manejar adecuadamente los propios asuntos vitales supone un trabajo sobre uno/a mismo/a valiente y constante, sobre todo cuando aspiramos a una vida ligada al bienestar propio y de los demás.
Si necesitas ayuda para ocuparte de algún tema porque solo/a no puedes, no dudes en consultar a un profesional.